Trump podría recuperar los códigos nucleares.
Biden debería poner barlas en el arsenal nuclear.
Por Tom Z. Collina 30 de julio de 2024
Es hora de reducir la probabilidad del día después.
El 6 de enero de 2021, el entonces presidente Donald Trump inspiró un ataque de la mafia contra el Capitolio de Estados Unidos para tratar de impedir la transferencia pacífica del poder a la administración Biden. No sólo fue un ataque sin precedentes contra la democracia estadounidense, sino que representó una seria amenaza a la seguridad nacional. Muchos vieron y ven esto como uno de los muchos ejemplos de un presidente Trump inestable actuando de maneras peligrosas e irracionales. Y durante todo su tiempo en el cargo, Trump como todos los presidentes de la era nuclear tenía la autoridad unilateral para lanzar el arsenal nuclear de EE.UU.
En cualquier momento, Trump podría literalmente haber acabado con el mundo con una llamada telefónica. La aprobación del Congreso no es necesaria, y el secretario de Defensa no puede detener una orden presidencial para desatar el arsenal nuclear estadounidense. El sistema está construido para la velocidad, no para la deliberación. Todo el proceso, desde el orden presidencial hasta el lanzamiento de una o cientos de ojiva nuclear, tomaría apenas minutos.
El peligro de que Trump hiciera algo catastrófico era tan agudo que la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, buscaba desesperadamente formas de evitar que el presidente desenfadado... acceda a los códigos de lanzamiento y ordene un ataque nuclear, según una carta que Pelosi escribió en enero de 2021 a los demócratas de la Cámara de Representantes tras el ataque del 6 de enero al Capitolio. El presidente del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, estaba convencido de que Trump había sufrido un grave declive mental tras las elecciones y dio el paso extraordinario de ordenar a su personal que viniera a él si recibían una orden de huelga nuclear del presidente. No importa lo que te digan, haces el procedimiento. Tú haces el proceso. Y yo soy parte de ese procedimiento, según se informa, se lo dijo Milley a los oficiales. Nunca sabes lo que es un punto desencadenante de un presidente.
Pelosi y Milley tenían razones de sobra para preocuparse de que Trump pudiera iniciar una guerra nuclear. En agosto de 2017, en una amenaza nuclear poco velada, Trump advirtió a Corea del Norte que sería "metido con fuego y furia y francamente poder", como este mundo nunca antes había visto. Trump se burló de Kim Jong Un, el líder del Norte, escribiendo "Yo también tengo un Botón Nuclear", pero es mucho más grande y más poderoso que el suyo, y mi botón trabaja. Según el entonces jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, Trump discutió en privado la idea de usar un arma nuclear contra Corea del Norte y sugirió que podría culpar de un ataque estadounidense a otro país.
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En realidad, sin embargo, Milley no tenía razón cuando le dijo a su personal que era parte del procedimiento formal para lanzar armas nucleares. Como ex secretario de Defensa William J. Perry y yo escribimos en nuestro libro de 2020, The Button, la política establecida durante la Guerra Fría pone las decisiones sobre el uso de armas nucleares únicamente en manos del presidente civil, no del Congreso y sobre todo de los militares. Todo lo que el presidente necesita hacer es llamar a la Sala de Guerra del Pentágono usando el nuclear "fútbol" o algún otro medio y identificarse a sí mismo y dar la orden de lanzar. El presidente puede optar por consultar con asesores de alto rango como Milley, pero no está obligado a hacerlo.
Milley roció estas reglas, mientras otras las roban ante él. Durante la crisis de Watergate, el entonces secretario de Defensa James Schlesinger estaba tan preocupado por el consumo de estado mental y alcohol del presidente Richard Nixon que le dijo a los comandantes militares que si Nixon ordenaba un ataque nuclear, debían consultar con él o con el Secretario de Estado Henry Kissinger primero. Sen. Alan Cranston telefoneó a Schlesinger, advirtiéndole sobre la necesidad de mantener a un presidente desgarrador de sumérsos en un holocausto.
Si Milley, Schlesinger, o cualquier líder militar, dejara que un presidente claramente inestable iniciara una guerra nuclear sólo para seguir el protocolo? Claro que no. Pero los funcionarios no deberían tener que romper las reglas para hacer lo correcto. Estados Unidos necesita cambiar la política que puso a Milley y Schlesinger en un lugar imposible.
A falta de seis meses en el cargo, el presidente Biden puede arreglar el sistema para sí mismo y todos los futuros presidentes. Para ello, Biden debería anunciar que la Casa Blanca compartirá autoridad para usar armas nucleares en cualquier primer ataque con un grupo selecto en el Congreso. La Constitución le da al Congreso la autoridad para declarar la guerra, no el presidente. El primer uso de armas nucleares es claramente un acto de guerra. En una situación en la que Estados Unidos ya ha sido atacado con armas nucleares, el presidente conservaría la opción de actuar unilateralmente.
El presidente Biden tendría que hacer un cambio de política de este tipo por orden ejecutiva. La aprobación de la legislación del Congreso sería más duradera, pero es poco probable en el actual entorno político. Si Trump gana las elecciones, probablemente revertiría la orden de Bidenés. Pero si gana la vicepresidenta Kamala Harris, la nueva política podría fortalecerse con el tiempo con la legislación.
Tal política proporcionaría directrices claras para que los militares sigan: Un lanzamiento sólo podría ordenarse si los Estados Unidos ya han sido atacados con armas nucleares o si el Congreso ha aprobado la decisión, proporcionando un control constitucional al poder ejecutivo. Esto sería infinitamente más seguro que nuestra doctrina actual.
Como parte importante de su legado, el Presidente Biden debe poner barandales a la autoridad presidencial para iniciar una guerra nuclear ahora antes de que el próximo líder peligroso sea elegido, todo lo que sea. Nunca más debemos confiar el destino del mundo a un solo humano falible. No se trata de de quién debe estar en el botón. Se trata de hacer una buena política que pueda mantener a los estadounidenses y a la gente de todo el mundo, independientemente de a quién los votantes estadounidenses pongan en la Casa Blanca.
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